Per Pere Vallribera i Rodríguez
Presidente de la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria
Ahora o nunca: tras décadas de informes, propuestas y planes de reforma y de sus modelos de gestión, la pandemia del COVID19 ha demostrado como nunca la necesidad urgente de hacer frente a las debilidades que cuestionan, antes ya se cuestionaban en algunos casos, la viabilidad y el funcionamiento de nuestro sistema de salud. Paralelamente, la crisi también ha evidenciado donde recaen sus principales fortalezas: un sistema equitativo, que atiende a todos los ciudadanos, dotado de profesionales de alto nivel, también en el ámbito de la gestión sanitaria y clínica y en el caso de Cataluña, con unas organizaciones fuertemente vinculadas al servicio público, independientemente de su titularidad.
Es el momento que profesionales clínicos y gestores propongamos i exijamos, de manera decidida, que se aborden las reformas imprescindibles para dotar a nuestros ciudadanos de un sistema de salud y unas organizaciones robustas, ágiles y más justas, con unos profesionales con mejores condiciones y con los instrumentos de gestión y organización actualitzados, que lo hagan posible.
No, no tenemos el mejor sistema de salud del mundo, pero podríamos aspirar a acercarnos aspirar a acercanos a este hito. Porque posiblemente, lo que sí tenemos son los ingredientes para tenerlo, pero también algunos escollos nos lo impiden, como la importante infrafinanciación crónica, las condiciones salariales de los profesionales y los modelos laborales obsoletos, las rigideces de las organizaciones sanitarias, la insuficiente integración entre los distintos niveles de atención, también con el ámbito social o una burocracia paralizadora que impregna cualquier tipon de decisión y que, en ocasiones, orienta el sistema hacia el cumplimiento de la norma, pero no hacia las necesidades del ciudadano.
En definitiva, aspiramos a un sistema con un presupuesto adecuado, con unas organizaciones con autonomía de gobierno y gestión, que valoren y financien por los resultados, con un modelo profesional que priorice el trabajo interdisciplinario, la experiencia y la competencia, un marco laboral y unas condiciones laborales adecuadas y competitivas, así como unos modelos de organización asistencial basados en la autonomía y la transversalidad y orientados a la obtención de valor y que tienen en cuenta las espectativas y las decisiones de los pacientes.
Este modelo sí que podría y tendría que convertirse realmente en un referente de servicio a la salud de la población. Las 25 propuesta elaboradas por la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria van en esta línea. Pero es necesario establecer complicidades con los profesionales y seus representantes, el mundo académico y colegial, para que se escuche nuestra voz.