Las oportunidades del coronavirus

Ignasi RieraPor Ignasi Riera 

Director de Operaciones Asistenciales del Parc Sanitari Sant Joan de Déu

Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria 

En la mayoría de organizaciones del ámbito de la salud se pasó, en menos de 15 días, de la «normalidad» en el punto álgido de la pandemia del coronavirus, con independencia del momento en que apareció el primer caso de Covid19 a cada organización.

Este hecho provocó que nos saltáramos muchas de las fases descritas en los diversos planes de contingencia y fuéramos directamente la fase final que teníamos prevista. Y esto fue posible gracias a la agilidad en la toma de decisiones para aplicar las medidas y activar nuevos dispositivos, que dos semanas antes habrían sido inimaginables.

Nuestros circuitos, protocolos y guías estaban en constante revisión y actualización, que los habían de aplicar -los profesionales de la salud que estaban en la primera línea- los conocía el momento, y nos daban regreso de manera directa, haciendo un circuito de evaluación y mejora continua inagotable.

¡He aquí un paso adelante! Hemos conseguido reducir considerablemente el gap entre los diversos estamentos de las organizaciones, tanto a nivel vertical -entre dirección, mandos y equipos- como horizontal -entre diversas especialidades y professions-, generando, en un tiempo récord, equipos multiprofesionales y transdisciplinares, orientados a la solución de un problema.

Esta agilidad ha sido posible porque todos los que formamos parte de la organización nos hemos orientado más a la resolución, que a la tarea a realizar. Muy a menudo, orientarse únicamente en la tarea puede ir en detrimento del valor añadido que hay que aportar a los pacientes y además, puede alejarse de la solución.

Durante estos días se han eliminado los obstáculos que a menudo se imponen en el seno de las propias corporaciones, así como los requerimientos administrativos y, disculpadme la impertinencia, en otras ocasiones, también se ha reducido el número de personas que participan en la ecuación de la toma de decisiones. ¡Un nuevo avance!

En un momento de alarma sanitaria y durante la fase inicial del brote pandémico, todo el mundo pone el cuello, nos liberamos de aquellos condicionados superfluos y sumamos voluntades exponencialmente. Gestionar este estado emocional en una fase de brote, en un momento agudo puede ser fácil, pero lo difícil viene ahora: mantener a lo largo del tiempo estas mismas dinámicas, este grado de consenso en lo que es prioritario, cuando otros condicionantes sociales, familiares y económicos vuelvan a ganar peso.

Dentro de unas semanas, la crisis se irá amortiguando y se desactivará el estado de alarma generado por COVID19, pero habrá que seguir  dando respuesta asistencial con la lógica actual, porque el SARS-COV2 y sus condicionantes organizativos han venido para quedarse.

Es por ello que ha llegado el momento que todos nos planteamos las bondades de proseguir con estas nuevas dinámicas de trabajo, que han permitido a médicos y enfermeras trabajar más conjuntamente que nunca, eliminar obstáculos burocrácticos, demasiado presentes en nuestra práctica habitual, o desplegar con fuerza la telemedicina.

Quizás a partir de ahora será un buen momento para entender que hay que encontrar otras maneras para reconocer y prestigiar a un buen profesional, que no pase sólo por convertirlo en un mando y que se amplíen los  nuevos roles profesionales. Y quizás también hay que plantear que los dispositivos de atención continuada y de hospitalización mantengan el mismo nivel asistencial de lunes a domingo.

Las reformas que se planteen en esta nueva etapa no se podrán aplicar a través de ningún decreto o resolución. ¡Los equipos de profesionales no lo merecen! Deben poder participar en la toma de decisiones para tener la oportunidad de mejorarlas, como han hecho hasta el momento, en base al conocimiento del contexto y de cada situación.

Para que todo esto sea posible necesitamos empezar a evaluar el resultado de todas estas medidas aplicadas durante la pandemia -a pesar que la evidencia sea limitada- y explicarlas con la máxima transparencia. Se trata de cambios que hace décadas que nos planteamos, pero que si a partir de ahora decidimos, entre todos, mantenerlos en el tiempo deberán conciliar con otros aspectos asistenciales, organizativos y laborales.

El camino habrá que hacerlo de la mano de todos los profesionales, a partir de un debate abierto y honesto. Encontraremos el momento para hacerlo posible.

Primero habrá que recuperar una cierta tranquilidad emocional para que todos juntos podamos descansar, desconectar y, especialmente los que han estado en primera línea, reencontrarnos con nuestras familias. Los profesionales de la salud que han vertido tantos y tantos esfuerzos durante la pandemia deben poder percibir que su reconocimiento no sólo se basa en palabras y aplausos. Es necesario que su retribución también se lo haga entender.

Sin prisas ni angustias, pero hay que empezar a hablar. No nos podemos permitir perder esta oportunidad.