El giro de 360 grados de la atención primaria por el Covid19

Alba BruguésPor Alba Brugués

Enfermera gestora de atención primaria

Vocal de la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria

Presidenta de la Associació d’Infermeria Familiar i Comunitària de Catalunya (AIFFiCC)

En pocos días la organización de la atención primaria ha dado un giro de 360 grados. Desde que recibimos el primer protocolo por parte de la Agencia de Salud Pública para atender a los primeros pacientes que venían al centro de salud con sintomatología respiratoria y sospecha de estar infectados por Covid19 el día de hoy, han pasado menos de dos meses . Mirando atrás parece que haga una eternidad! Quizás nos hemos acostumbrado a vivir en una montaña rusa.

Durante estas semanas, los equipos directivos de los centros de salud hemos dado la vuelta, de manera ágil, la organización, poniendo todo el potencial de los profesionales al servicio de la lucha contra coronavirus y de la necesidad de hacer contención de la población en la comunidad.

La reorganización, que ha afectado a la estructura, pero también a la hora de determinar quién hace que cada día, en cada agenda y en cada situación, se ha hecho en un tiempo récord.

En pocos días hemos pasado de tener unas agendas sobrecargadas, con listas de espera de una semana, en la mejor de las situaciones, a agendas vacías, que los administrativos sanitarios y los propios profesionales asistenciales han ido vaciando a golpe de teléfono.

De tener salas de espera llenas de criaturas con resfriados, dolores de garganta o esperando la visita para la enfermera, hemos pasado a hacer todas las visitas a través de correo electrónico, de la carpeta Mi salud, o por teléfono.

Las colas de pacientes en el mostrador, que algunos días llegaban a la puerta de entrada, han desaparecido hasta convertirse en pacientes que llegan en cuenta gotas y con cara de asustados.

Con la llegada de la pandemia, lo primero que se cambió en los Centros de Atención Primaria y en los Centros de Urgencia de Atención Primaria fue los flujos de pacientes, estableciendo dos circuitos diferenciados en función de si presentaban síntomas respiratorios -zona caliente- o cualquier otra dolencia -zona fría-.
Todos los procesos preventivos, así como las visitas de seguimiento del programa Infancia en salud, de personas con enfermedad crónica estable, las analíticas y otras pruebas diagnósticas de control, se anularon en menos de una semana.

Para quienes que nos tocó cerrar el centro de salud y reubicarse en otro CAP para unificar la atención, el cambio representó un auténtico tsunami dentro de la montaña rusa. Cambiamos la consulta, los compañeros de trabajo, el edificio y los horarios. Tuvimos que proveer de material, ropa de trabajo, EPIs y todo lo que requerían los profesionales para poder trabajar.

En dos días se rehicieron las agendas en dos grupos de trabajo: el A y el B. Una semana trabaja presencialmente el equipo A, mientras que el equipo B hace teletrabajo y la semana siguiente a la inversa. Y así se ha hecho de manera sucesiva para todos los grupos profesionales: enfermeras de adultos como de pediatría, administrativos, auxiliares enfermeras, médicos de familia y pediatras.

Hay dos motivos que nos condujeron a organizarnos de esta manera. Por un lado, garantizar la cobertura a partir de agendas creadas para dar respuesta a las necesidades de cada situación y de la otra, tener profesionales «limpios» y disponibles que no hayan tenido relación entre ellos, en caso de que se produzca un caso de contagio.

Los primeros días de la pandemia se produjo una avalancha de pacientes que solicitaron bajas laborales, lo que conllevó, para todos los centros de atención primaria, un exceso de burocracia extrema por parte de los médicos de familia. Es algo que habrá que repensar en un futuro, junto con la necesidad de dar más valor a la aportación de estos profesionales y de restar la burocracia de las consultas.

Las enfermeras, a diferencia de otros profesionales de la atención primaria, son un colectivo más complicado de manejar debido a la diversidad de actividades que realizan y de la multiplicidad de agendas cubrir. Realizan seguimiento telefónico de pacientes con Covid19, hacen visitas a domicilio a personas afectadas por el coronavirus, por el procedimiento de cuidados, para la toma de muestras o para atender procesos de final de vida. Igualmente, atienden visitas presenciales a personas que requieren atención, administración de una vacuna o una valoración exploratoria, y hacen seguimiento de las personas mayores de las residencias geriátricas de la zona.

Se trata de un rompecabezas que hay que ajustar también a las peculiaridades de cada profesional, en cuanto a su experiencia, a los riesgos laborales o los horarios personales, y también a las continuas bajas de los profesionales por síntomas o por confinamiento preventivo, que ha estado entre el 15% y el 20%.

El 80% de las personas infectadas por el coronavirus están siendo atendidas y controladas a través de un seguimiento telefónico y el usuario agradece que sus profesionales de referencia los llamen para preguntarles cómo se encuentran y que les hagan un seguimiento de sus síntomas y los faciliten, en caso de requerirlo, la derivación hacia un especialista o cualquier prueba que requieran.

A todo esto, los profesionales de atención primaria seguimos atendiendo otras dolencias y situaciones de vida y de fragilidad de las personas, sea por teléfono, correo electrónico, videoconferencia, en el domicilio o directamente a la consulta, de manera presencial.

Esta es precisamente la grandeza de la atención primaria! La agilidad de sus profesionales que, en un tiempo récord, han tenido que adaptarse a trabajar en espacios diferentes y con nuevos procedimientos. Y a las direcciones necesitamos seguir estando presentes, para cuidarlos y facilitarles el trabajo.