Gestión clínica, más allá de los aplausos

Cast Post FacebookPor Pere Vallribera

Presidente de la Sociedad Catalana de Gestión Sanitaria

La pandemia del COVID19 está golpeando a nuestra sociedad y al sistema sanitario y social con una intensidad sin precedentes. En pocos días, miles de personas han enfermado, con diferentes grados de gravedad, y en las primeras etapas, con un altísimo crecimiento diario en el número de casos.

Ante esto, los profesionales de los centros sanitarios, hospitales, centros de atención primaria y dispositivos sociosanitarios y de salud mental -médicos, enfermeras, trabajadores sociales, fisioterapeutas, psicólogos, auxiliares, administrativos, celadores, y también personal de la limpieza, la cocina y de servicios- han dado una respuesta eficaz y humana, de una manera solidaria, cooperativa e interdisciplinar, para atender a miles de personas y familias agredidas por la enfermedad.

Creo que es de justicia resaltar, sin embargo, el papel trascendente y el esfuerzo titánico de los gestores clínicos: jefes de servicios y jefes clínicos, coordinadores de enfermería, mandos asistenciales, así como directores asistenciales, de centros de atención primaria o sociosanitarios, directores médicos y directoras enfermeras …

Son el engranaje imprescindible que ha hecho posible, a pesar de las dificultades, multiplicar la capacidad de respuesta, reconvertir espacios, gestionar recursos a menudo escasos, rediseñar los procesos de atención, definiendo nuevas pautas de actuación, redistribuir horarios de los profesionales, a menudo con equipos con bajas por el impacto del virus en los profesionales y, en definitiva, cambiar las dinámicas de trabajo para adaptarlas a unas circunstancias que nunca hubiéramos imaginado. Sin ellos, la dedicación y el esfuerzo de los profesionales difícilmente habrían tenido los resultados que el sistema está dando ante la crisis.

También quiero destacar el papel crucial de los gestores de las líneas no asistenciales de los centros: directivos y mandos de recursos humanos, económicos, de servicios generales, de sistemas de información.

Su aportación, seguramente menos visible, pero fundamental, ha hecho posible adaptar espacios y abrir dispositivos y hospitales de campaña, conseguir contratar, reforzar y sustituir personas donde era necesario, gestionar condiciones laborales sin precedentes, compras y logística en un entorno de carencia y competitividad los productos, poner en marcha sistemas de información y monitorizar en un tiempo récord, conectar y teleconnectar seleccionados entre los profesionales y con los pacientes, y un larguísimo etcétera de imprescindibles para poder dar respuesta a las necesidades de las personas que han atendido.

Trabajar desde la incertidumbre, desde cualquier línea de acción, y cuando la realidad sigue siendo cruel, por las cifras de muertos y afectados, las situaciones vividas y la respuesta de los profesionales quedarán impregnado en la memoria de todos los que trabajamos en el sistema de salud. Más allá de los aplausos, gratificantes, sin duda, por lo que representan de reconocimiento y agradecimiento, tendremos que evaluar cómo se ha actuado y, en consecuencia, qué cambios habrá que aplicar en adelante para alcanzar los mejores resultados en salud.

De momento, entre todos hemos sido capaces de hacer frente y de romper con barreras y limitaciones históricas del propio sistema y de promover una autonomía de gestión en las personas y los recursos. Y los gestores clínicos han sido unos protagonistas indiscutibles.